Pacientemente hurgando en el pasado, reflexioné en lo que yo he perdido, y felizmente lo he comprendido, que yo nada perdí, sólo he ganado.
En la balanza puse suc ariño, reconozco el aliento que me dio pero egoístamente como un niño, presuroso llegó y se lo llevó.
Yo construí castillos en el aire con hojas arrancadas por el viento, con mis luces iluminé el paisaje, de colores vestí mi sentimiento.
Con mi débil visión, tristes colores no lograron iluminar mi sino, se confunden ingratos desamores en esa estrecha ruta del camino.
Con frágiles cimientos sostenido... el castillo de amor se ha derrumbado y palpitante un corazón herido se asfixia entre las ruinas sepultado.
Filosóficamente yo he ganado..., si mi cuerpo perdió su corazón no volveré a sufrir por el pasado ni a vestirme de amarga decepción.
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